En 2019, el Día de la Madre cae el 5 de mayo. ¿Has pensado regalarle algo este año? Puedes encontrar cientos de ideas de regalos originales para el Día de la Madre en nuestra selección. Y te proponemos nuestro regalo estrella: el librito Mamá, eres una pesada, que recoge 50 frases de madre, un pequeño homenaje a todas las madres del mundo que durante muchos años se ocuparon de nosotros, nos cuidaron y nos educaron sin pedir nada a cambio.
En él se analiza esa variante tal especial de la lengua que es el lenguaje materno, lleno de sentido común. Auténticos epigramas que condensan una sabiduría atemporal y que nos enseñaron a ser mejores personas. Aunque a veces flipásemos un poco y no entendiésemos un pimiento de lo que nos decían.
MAMÁ, ERES UNA PESADA
Si tu madre te parece a veces una pesada, seguro que tiene un buen motivo para insistir en algo o para echarte la bronca. Todas las madres son diferentes y únicas, pero todas tienen una cosa en común: no les queda otro remedio que aguantar a sus hijos hasta que se independizan, un hito que puede llegar bastante tarde en los tiempos que corren: la media de edad para emanciparse en España es de 29 añazos…
Por eso no es de extrañar que hayas oído a tu madre más de una vez: «¡Un día agarro la puerta y me largo!». Cuando los niveles de queme de tu madre alcanzaban su punto máximo, esta terrible amenaza nos ponía a todos firmes. Ahora sabes que tu madre nunca te abandonaría, que, de hecho, es la única persona en el mundo que nunca te va a abandonar. Pero, cuando éramos pequeños, daba mucho miedito…
Tampoco exageraban cuando decían: «Me paso el día recogiendo». La batalla perdida de las madres contra la entropía del universo, ¡parecían pasar por alto que el mundo tiende de forma natural al caos! Hoy sabemos, gracias a autores como la japonesa Marie Kondo, que mantener el orden en casa es terapéutico, inspirador y nos transmite paz: una forma de organizar nuestra vida, nuestras ideas y nuestras emociones que nos ayuda a sentirnos mejor.
A veces no tenían razón, como cuando nos gritaban: «¡No andes descalzo/a!». «¡Te vas a resfriar», «Te vas a dar con un mueble y verás», «Hace un mes se rompió un vaso y seguro que aún hay cristales y te cortas»… Ahí nuestra madre se colaba pero bien: andar descalzo es fantástico para nuestra salud, de niños es bueno para desarrollar el equilibrio y fortalecer la musculatura del pie y, de adultos, para mejorar los dolores de espalda, la rigidez del cuello y la circulación sanguínea. ¡Es bueno incluso para combatir el estrés!
TU MADRE TENÍA RAZÓN
Pero muchas otras veces acertaban de pleno, como con el clásico «Tienes que comer muchas zanahorias, que son buenas para la vista». ¡Bravo, mamá! Las zanahorias contienen betacaroteno, que se transforma en vitamina A, esencial para nuestra visión. La deficiencia de esta vitamina es, de acuerdo con la OMS, la principal causa de ceguera infantil en los países en desarrollo.
Con los años, has comprobado que la lapidaria frase «Ya vendrás a mí cuando necesites algo», que decía tu madre cuando pasabas de ella no puede ser más cierta. ¿Quién no ha vuelto a casa de su madre cuando las cosas nos han ido mal? Después de una separación, si te has quedado en paro, si están de obras en tu piso, si has perdido las llaves… Las madres son las únicas que siempre nos acogen, pase lo que pase.
También hay frases que nos sentaban como un tiro pero que nos inculcaron principios éticos de valor incalculable: «¿Te has creído que soy el Banco de España?». Un argumento incontestable con el que nuestro feroz consumismo infantil quedaba aplacado de forma definitiva. No dejaba lugar a la réplica. Nuestras madres eran unas precursoras antisistema que nos educaron en el anticonsumismo: no les podemos estar más agradecidos.
Tenemos que darles las gracias, además, porque insistieran a la hora de comer: «Si no lo has probado, ¿cómo sabes que no te gusta?». Nada más cierto. Hay que probar cosas nuevas: a los adultos nos encanta descubrir sabores y texturas desconocidas. Y es probable que las cosas que más nos gustan ahora, como el pescado y las verduras, nos diesen un asco que te mueres de pequeños. Por cierto, ¿has probado ya los insectos? Pues vete probándolos porque son las proteínas del futuro. Puedes imaginarte a tu madre diciendo: «Prueba esta cucaracha, no sabes la de proteínas que tiene».